Es un hecho que no consumimos la música de la misma forma que hace apenas 12-15 años, y tampoco es tanto tiempo, pero el ser humano y todas las cosas que hace evolucionan a ritmo vertiginoso. Si ya la llegada de internet con programas como Napster, Kazaa, o eMule a finales de los 90 y principios de los 2000 revolucionó y cambió la manera de consumir la música, en 2008 apareció una app nueva llamada Spotify, en la que podías escuchar cualquier canción en tiempo real sin necesidad de descargarla. En aquella época, que te dijeran eso te sonaba a "timo". Cierto es que ya existía YouTube, pero en 2008 apenas tenía tres años de vida y aún no era la plataforma tan popular y común que es a día de hoy.
Desde 2008 hasta 2010, Spotify funcionaba en base a invitaciones. No es hasta 2010 que se abre al público y ahí es cuando, en mi opinión, empieza a generarse la llama de lo que con el tiempo se acabaría convirtiendo en una explosión. La app se tiró dos años siendo accesible solo con invitación, dos años en los que se fue llenando de música y preparándose para abrirse al público. Al principio, Spotify era un desierto y apenas encontrabas música, ni hablemos de rap y mucho menos de rap en español, pero poco a poco fue cambiando. A medida que pasaba el tiempo, era más fácil ir encontrando los últimos lanzamientos de los artistas que habían firmado con algún sello discográfico, pero solo eso, solo encontrabas los últimos lanzamientos. No es hasta un tiempo más tarde que empezaron a añadir el resto de discografías de muchos artistas. Spotify empezó a expandirse y con su expansión cambiaba nuestra manera de consumir sin que nos diéramos cuenta.
—¡Fua! ¿Has visto qué movida lo del Spotify este?
—¿Spotique? ¿Qué es eso?
—Flipas, una app en la que tienes discografías completas y los últimos álbumes de todo el mundo. Flipas, mogollón de música y sin descargar nada, todo online.
—¡Cállate! Eso no puede ser verdad. ¿Y sin pagar?
—Bueno, tiene algún anuncio y no te dejan repetir la misma canción muchas veces, pero sí, "gratis".
—¡Enséñame eso ya!
Así era aproximadamente una conversación en aquella época cuando una persona que ya conocía Spotify se lo comentaba a una persona que aún no sabía nada.
Para 2013-15, Spotify ya es algo común entre muchos de nosotros y forma parte de nuestro día a día como forma cómoda y rápida para escuchar música. Quedaos bien con el concepto de cómodo y rápido porque es importante. Debes estar pensando que esa comodidad y rapidez no tiene nada de malo, pero todo su yin tiene su yang. En mi opinión, hemos hecho que la música sea un capítulo más de Los Simpson. Nos hemos cargado parte de la magia que había antes o la hemos sustituido por una magia más "vacía".
La comodidad y la rapidez de todo esto fue para la parte de la persona consumidora y todo genial porque tienes la música en el momento cero de su lanzamiento sin moverte de casa y eso es muy guay, pero creo que algunas personas no se dan cuenta de cuál es el problema (o quizá no quieren) y realmente problema como tal no hay ninguno, ¿no? ¿O sí?
La llegada de Spotify junto con el resto de plataformas digitales, así como las RRSS, han hecho que los grupos/artistas tengan que trabajar también de manera rápida, pero no siempre de la forma más cómoda. Spotify se convirtió para los artistas en un tornado que o sabes "surfearlo" de alguna forma o te come. Recuerdo que lo habitual antes era que tu artista favorito, en el mejor de los casos, sacara algún disco cada 2-3 años con suerte. Hoy en día eso no es lo normal, a no ser que el grupo/artista esté asentado de alguna manera en el panorama musical y tampoco tienen nada asegurado. Me da la sensación de que se nos olvidó disfrutar para pasar simplemente a consumirla y esa sensación de puro consumo se ha transmitido a los grupos y artistas.
Eso ha llevado a una época llena de singles y EPs de corta duración y trabajos rápidos y cortos (que no malos) y pocos trabajos de larga duración, principalmente con el objetivo de saciar al público y que no se "olvidasen" del artista. Porque sí, no son los artistas quienes son unos "pesados y sacan muchas canciones o trabajos" como alguna vez he llegado a oír, somos nosotros quienes consumimos los que de alguna manera exigimos más. Da la sensación de que: "si no me das algo cada poco tiempo, me voy a olvidar de ti y me iré a escuchar a otra persona, así que espabila".
Y esa sensación de presión no tiene que ser nada cómoda para el artista. Rápida quizá sí, pero cómoda yo creo que no. Creo que la música, como cualquier expresión artística, necesita de sus tiempos y sus procesos y para escribir de cosas hay que vivir cosas. Os voy a desvelar un secreto, pero no se lo digáis a nadie. La mayoría de artistas a quienes escucháis no tienen una vida tan apasionante como la de James Bond. Necesitan vivir para crear. Con esta exigencia, hemos obligado a los grupos y artistas a hacer cierto contenido algo más "vacío" o "repetitivo". Pero es culpa de ellos/as, ¿verdad? Nosotros/as como consumidores no tenemos nada que ver, ¿cierto?
Si bien es cierto que desde que hemos salido de la pandemia he notado un aumento de trabajos largos y más elaborados y probablemente sea porque esos grupos y artistas de un modo u otro han tenido tiempo y espacio para crear sin esa presión. Quizá con otras presiones, pero no con esa y a mi parecer se nota. Creo que como público deberíamos tener un poquito más de empatía con ese/a artista que tanto nos gusta, ser un poco menos exigentes y aprender a disfrutar lo que ya tenemos, que no es poco.
Porque por una parte me da la sensación de que hemos pasado de disfrutar a consumir y la comodidad la hemos convertido en exigencia.
Hasta la semana que viene